martes, 6 de mayo de 2008

Y el columpio...


(Historia de una huida)
El viento penetraba mi pelo suave y lento; sobre mi columpio el hombre que más amaba me columpiaba, era el día de mi cumpleaños, once veranos habían pasado y mi padre su peor regalo me había dado. Poco a poco del columpio me bajaba, hasta quedar sobre sus brazos, y sus espigas enterrara, el grito doloroso lleno el viento de amargura; sus espigas se enterraban cual cuchillos en el vientre, nueve años transcurrieron derramando mi sangre en sabanas blancas con mi aroma de niña, pero sus espigas seguían enterrándose día con día; espigas malditas, espigas sangrientas, espigas mortales, lastimando mi cuerpo, mi alma y mi mente, dejaron la sangre derramada en mi vientre.
Mi cuarto no era mi cuarto, mi cuarto era la muerte, mi cuarto donde mi padre me mataba lentamente. Hoy será el último día que esas espigas se entierren potentes; la decisión esta tomada, sin pensarlo lo he ya realizado. El cuchillo ya ha caído ensangrentado, esa sangre derramada por espigas, hoy salía por una herida. Esas manos que un verano ensangrentado se tomaron del columpio de aquel árbol enterrado, no se mecerán más porque las espigas la han matado.

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